La desidia y las actitudes irresponsables de algunos funcionarios, encendieron la mecha de una protesta que va escalando en magnitud por diferentes motivos.
Ayer, cuando los ciudadanos de Curuzú Cuatiá tomaron conocimiento de la denuncia pública de Elena Bonatti, cientos de curuzucuateños compartieron en las redes las expresiones de la benefactora.
Quedó en evidencia la mezquindad del poder político. De nada sirvieron las titubeantes aclaraciones del ministro Cardozo -Salud Pública- ni el comunicado oficial desprovisto de pruebas documentales.
Estaba expuesta una verdad irrefutable. La obra está terminada. El gobierno sea Colombi o Valdés, no tiene sustento ni argumento para contestar lo dicho por la persona que no dudó en aportar 15 millones de dólares, para el beneficio de la salud de los correntinos.
PRUEBA DE LA DESIDIA
Por la Ruta 119, yendo de Corrientes a Curuzú Cuatiá, en proximidades de la arrocera Zampedri, se ha generado una “quema”.

La eliminación de los “residuos patológicos” provenientes de hospitales y clínicas de la localidad, se “queman” a cielo abierto, en una acción que viola abiertamente las normas vigentes para este tipo de servicios.
La gestión de José Irigoyen, en este tipo de cuestiones, acompaña la impronta que Colombi y Valdés imponen: desinterés, violación de normas, desidia, irresponsabilidad.
No servirá de nada una desmentida, negando la obviedad, que no es otra cosa que imágenes y quejas de los vecinos de Curuzú.



CASI PEOR QUE EL CÁNCER
Así, debería interpretarse la subsistencia de los “hombres del poder” enquistados casi a perpetuidad. Relevándose, periodo de por medio, para seguir usufructuando de posiciones de privilegio que les permiten hacer abuso del poder. En el medio, los ciudadanos, que no encuentran respuestas a sus requerimientos ni soluciones a sus problemas.
El pueblo de Curuzú Cuatiá está “autoconvocado”. Hará sentir su queja. La cuestión es que, los políticos no entienden hasta que no se los castiga en las “urnas”.