EL OFICIALISMO ES UN ROMPECABEZAS

El oficialismo es un rompecabezas que preocupa. La crisis de autoridad debilita. Pero, una encuesta no hace verano.

El oficialismo es Valdés? Detrás están Vignolo, Breard y Flinta? O quizá el oficialismo es Colombi y los que en silencio van asustándose de los errores?

El personalismo exacerbado no se admite, se soporta. Hasta cierto punto. Y sino, preguntale al emperador Julio César.

EL OFICIALISMO ES…

Lo que quiere – y trata de imponer – Valdés. Además, lo que planifica y ejecuta el “Mono” Vignolo. Y, lo que repiten con aires de credibilidad los innumerables medios “oficialistas”. Es decir, casi todos.

Hay aliados interesados en éste esquema caótico. Son los que adulan y adornan el proyecto valdecista a la espera de un premio.

Por ejemplo, el senador Breard. El eterno y verborrágico legislador que no pierde oportunidad de refichar. Vence su mandato, quería ser senador nacional. Pero, con renovar la banca le alcanza.

El insurgente “Peteco” Vischi, que también quiere ser senador nacional. Pero no se anima a pelear la intendencia de su pueblo. Dato, vence el mandato como diputado.

El licenciado Ignacio Osella, a quién ya no le sienta cómoda la intendencia de Goya. Pero, no estaría a disgusto con encabezar la lista de senadores provinciales en agosto. Además, antes de “abandonar el barco” prefirió imponer un delfín que someterse a un dialogo constructivo. Parece, no le interesa la construcción en su conjunto. Sí, su propio armado.

Y hay varios más. Algunos oportunistas. Otros, como mínimo hipócritas. El que los ayudo a “ser y estar” pensará: “Amo la traición, pero odio a los traidores”.

LOS OFICIALISTAS MINORITARIOS

De los tres aliados importantes, uno ya se fue. De los dos que quedan, sólo uno tiene certeza de que Valdés no tiene otra opción que cumplir el acuerdo. El restante, está colgado de una gama de opciones que se remiten a: lo que planifique Vignolo y decida Valdés. Pobre Pedro, ya debería estar de bermudas y en ojotas disfrutando de la experiencia de su agitada vida política.

Entonces… El resto es eso. El resto. Ningún liderazgo político sólido. Menos, algún “partido” con personalidad, votos y poder territorial. Y hay varios ejemplos… ¿Para qué personalizar? Si al final, mientras mantengan el cargo y reciten que la política es una vocación que los compromete, está todo dicho.

LOS FENÓMENOS DE CREDIBILIDAD

Los “espacios” políticos correntinos son conservadores. Inclusive hasta algunos sectores del peronismo autóctono. Ni que hablar de aquellos movimientos donde se supone que su componente “social” pertenece a niveles de “desposeídos, pobres y dependientes“.

Además, en éste descarnado análisis, los progresistas, la izquierda, los sindicalistas, ni los movimientos sociales están exentos de ruborizarse.

La credibilidad está en juego desde que, quién llegó por un conjunto, toma para sí la decisión de quién sí y quién no. Para la tribuna es la expresión de que el jefe debe elegir su “segundo” en la fórmula. No sea cosa que se despierte inspirado y designe candidato a su mascota. Al final, ¿por qué no un perro fiel?

La incertidumbre es provocada por la dirigencia política. Cuando se saturan las redes sociales con las imágenes del gobernador haciendo gestión, acompañado por acólitos sonrientes, aparecen exultantes los “sapos de otro pozo“.

Dicen que la política es dinámica. Pero, esto de andar saltando de alianza en alianza, no es cuestión de movilidad ideológica. Es pura conveniencia personal. Aunque lo nieguen.

¿Y entonces? La credibilidad es una quimera sustentada en la propaganda agobiante. La ausencia de acceso a la información. Los círculos cerrados de conducción de los partidos políticos. ¿Alguna duda?

LOS RADICALES NO SE QUIEBRAN, PERO SE DOBLAN…

No todos. El radicalismo correntino no tiene internas desde el siglo pasado. Internas con urnas. Las componendas, mal llamadas unidad, son resultado de una mesa a cuya tabla se sentaron unos pocos. Obvio, a cenar y festejar. ¿Quién se animará a desafiar? Para la política son necesarios: poder, dinero, contactos y, ser amigo del juez.

El oficialismo radical, resumido en la cabeza del unicato gubernamental, tiene serios problemas. En la ciudad capital – la que consideran su base – y en el interior.

Sin embargo el oficialismo partidario, silencioso y discreto, comienza a tener espasmos de pánico. Colombi lo dijo más de una vez: una golondrina no hace verano. Ergo, una encuesta no gana elecciones.

La síntesis del antagonismo entre lo que se quiere y lo que conviene es: falta confianza. Sin esa condición, la credibilidad es una moneda virtual. El que puede – pocos – la compran. Y no son muchos los oficialistas que – fuera de funcionarios, magistrados y legisladores – llegan a fin de mes.

EL RELATO VIRALIZADO

Valdés no se sustenta sin el apoyo de sectores históricamente privilegiados. Arroz, vaca, madera, y algún otro producto más. ¿Tecnología? Sí. Creó una empresa – TELCO SAPEM – donde por casualidad hizo lo del emperador: nominó presidente del directorio a su hermano Manuel. ¿Nepotismo? No. Poder.

Ese “oficialismo” no tiene empacho en garantizar negocios. Los Parques Industriales, por ejemplo, no son lo que parecen. Están reservados para algunos amigos privilegiados.

Mientras tanto el gobernador y, otra vez, su séquito de acólitos – atrás del cargo o de renovar el que ocupan – recorren la geografía provincial distribuyendo máquinas de cocer, hornos pizzeros, etcétera, etcétera…

Sin embargo, el acceso a la virtualidad está garantizado por programas que suman a la superación de la sociedad. Entiéndase como imprescindible: Tecové Cumbia y Tecové Chamamé.

UN ROMPECABEZAS

En definitiva, el oficialismo navega entre ser o no ser. Ya perdió aliados. Sumó algunos sellos. Casi todos “creados” desde el laboratorio del “Mono”. Y no sabe o por lo menos no toma conocimiento de sí, el presidente de la UCR, piensa lo mismo.

Así surgió el “arcoíris” que anunció el surgimiento del oficialismo A. Desde el poder y, contratando al mismo “gurú marketinero“.

El oficialismo B espera, observa y reniega. Tiene la sensación de que un laberinto sin salida puede ser el corolario de esta aventura personalista. No hay construcción. Y sí exclusión.

Eco, más Cambiemos, ya no existe. Tampoco el latiguillo “Nación, Provincia, Municipio“. Hoy es, Corrientes la “Roma Imperial“. Y lo demás son territorios conquistados, sometidos, anexados. Un error. Grave. Determinante.

Mientras los periodistas bien pagos siguen leyendo la crónica que emana la usina de la “Rosadita”, la gente común sigue en la misma o peor. Claro, no son parte del rompecabezas. Mucho menos del oficialismo.

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