Mientras la IA (Inteligencia Artificial) fracasó, lo que se destaca son las urnas con votos artificiales. El escrutinio -¿definitivo?- exhibe fragilidad institucional. Junta Electoral y Gobierno, juntos ¿por el cambio de resultados?
La inteligencia artificial falla pero la memoria no. Quizá ésta última, sea la única herramienta para combatir la proliferación de votos artificiales.
Federico “Chani” Ojeda -subsecretario- y Gustavo Sánchez Mariño -juez y presidente de la Junta Electoral- todavía no han podido dar una explicación coherente en relación a las irregularidades del “escrutinio provisorio” ni del “escrutinio definitivo“.
LA HISTORIA SE REPITE
Gustavo Sánchez Mariño vuelve a estar bajo sospecha. En el 2017 el presidente de la Junta Electoral Provincial avaló un escrutinio con 28 mil votos menos para la categoría diputados provinciales. Esa decisión, generó varias interpretaciones, en paralelo a la razonable desprolijidad o mala intención manifiesta.
RESULTADO CANTADO…
Entre el escrutinio provisorio y el escrutinio definitivo hubo tiempo para el análisis descarnado. Como caracteriza a PEC, ni los intereses políticos ni la dádiva de la pauta, pudieron influenciar en las observaciones fundadas que expresamos.
Vale recordar que el 12 de junio este medio anticipaba que el gobernador Valdés festejaría el 66% de respaldo que los electores le habrían dado.
Es decir, no se cuestionaba el hecho fáctico: ganaron las elecciones. Pero sí se destacaba el número de electores que no concurrieron a las urnas.
Había en el ausentismo un llamado de atención. Un alerta que también generó dudas en relación a los porcentajes que oficialmente se divulgaban.
NI PROVISORIO NI DEFINITIVO: DIBUJADOS
Los números son “flexibles” o “adaptables” de acuerdo a la necesidad del oficialismo. Por eso en varias ocasiones, durante la jornada electoral y mientras se desarrollaba el escrutinio provisorio, desde el gobernador hasta su “soldado más infiel” manifestaban que el porcentaje de votantes se mantenía en un promedio aceptable de 60 / 65 por ciento.
El escrutinio provisorio marcaba en 56,84 % la porción de votantes. Y el escrutinio definitivo lo transformó en 66,03 %. En cifras, 527.028 que se convirtieron en 612.273 ; una módica diferencia de 85.245 votantes más.
Además, no está demasiado claro cuantos votos contantes y sonantes hubo. Porque en el escrutinio provisorio el guarismo “bruto” de votos generales fue de 601.370 y los votos válidos fueron 560.697 para la categoría senadores provinciales. Diferencia de 40.673 traducidos en votos blancos, nulos, impugnados e identidad impugnada.
Viendo el escrutinio definitivo, para los mismos ítems y categoría, los números cambiaron a un “bruto” de votos generales 612.423 y los votos válidos en 563.686. Diferencia de 48.737 traducidos en votos blancos y nulos.
El escrutinio definitivo le permitió al oficialismo germinar 57.682 votos más en la categoría senadores. La oposición creció 20.793 votos en la misma categoría. Y el total de las tres Alianzas o Frentes más la cuarta oferta electoral totalizaron 563.821. Una diferencia de 135 más entre los obtenidos y los válidos
Si a todo lo expuesto se le agrega la diferencia entre votantes 612.273 y sobres 612.257, es evidente que hubo -o parece- 16 votantes que utilizaron un sobre “invisible“.
EL ORDEN, LOS FACTORES Y EL PRODUCTO
Sin orden, los factores tergiversan el producto. Es decir, si la disimilitud prevaleció sobre el orden irrestricto de las matemáticas, los factores -actores responsables- falsifican el producto/resultado electoral.
La simplificación de “se ganó igual” es un insulto a la democracia. Un golpe bajo al elector que votó. Una razón -otra más- para dudar, al ciudadano que decidió no ir a votar.
Pero, lo inevitablemente cuestionable, es que elegimos legisladores despreocupados en perfeccionar un sistema electoral nefasto.
Quizá esta vergonzosa incapacidad para darle fortaleza institucional y diafanidad democrática al escrutinio -provisorio o definitivo- impulse un nunca más.
Nunca más a la manipulación; a la improvisación; a la prepotencia del poder de turno avasallando el derecho pleno de elegir; al servilismo de funcionarios y magistrados judiciales con competencia electoral que recitan excusas y justificaciones.
Que noble ejemplo de civilidad y vocación democrática hubiera sido abrir las urnas y contar voto por voto. Por lo menos, para pasar a la historia, como dignos y respetuosos de la confianza y la determinación del pueblo.
