VALDÉS APELÓ AL RELATO

En el “Espacio Andes” Gustavo Valdés apeló al relato y dio el puntapié inicial de la campaña electoral. Con “Unitarios y Federales” expuso sus propias contradicciones. Les pasó la responsabilidad de la campaña a intendentes y legisladores

Refugiado en un coqueto salón convenientemente climatizado, Gustavo Valdés apeló al relato y lanzó la campaña de Vamos Corrientes + ECO, ante la presencia de autoridades partidarias de los miembros de la Alianza; intendentes y funcionarios.

El gobernador dejó en claro que ésta elección de junio, será responsabilidad directa de los intendentes -más de 60 municipios oficialistas- y de los legisladores.

Es decir, al no estar él en la boleta, la influencia de su liderazgo e imagen no estaría sometida al veredicto de los electores el próximo 11 de junio.

APELÓ AL RELATO CONTRADICTORIO

No encontró mejor ejemplo para tocar la fibra de la correntinidad que apelar a la antinomia histórica -y antigua- entre “Unitarios y Federales”. Usó, el déjà vu indispensable, de reclamar por discriminación y acusar al gobierno nacional de “centralismo” o por lo menos de “federalismo discrecional“.

Sin embargo, la certeza de las contradicciones estaba reflejada en los rostros de varios intendentes a excepción del “gestor” de la ciudad capital Eduardo Tassano. La impronta del gobierno centralista de Gustavo Valdés tiene cientos de ejemplos, palpables en Decretos y visibles en publicidad, donde queda expuesta su preferencia por la Capital.

El “gerenciador visible” de los intereses de Gustavo Valdés en Capital

El federalismo discrecional del gobernador, casi siempre está relacionado al nivel de sumisión que demuestren los jefes comunales. Para algunos hay de todo; para otros, casi nada.

Los condicionamientos son inflexibles: “nada se anuncia o se inaugura si yo no estoy” ordena el gobernador. Y así se hace, la agenda de inauguraciones en todo el territorio provincial, la maneja el primer mandatario.

No faltó a la salida del evento un murmullo entre varios concurrentes: “éste viene a hablar de centralismo y discriminación”. La frase estaba complementada por un gesto que misturaba desprecio y resignación.

UNA IDEA FIJA

Volvió a reclamar por todo lo que gobiernos provinciales vecinos reciben de Nación. En obvia alusión a la condición de “discriminado” que a él le encanta resaltar. Ese argumento quejoso no es de su hechura intelectual. La discriminación hacia Corrientes -y otras provincias- no surgieron con el inicio de su mandato. Tampoco es exclusividad de una sola gestión nacional.

Mientras asegura con énfasis que la provincia está ordenada y tiene recursos en reserva, la realidad lo deja como un parlanchín incongruente.

Sobre todo cuando la calle se viste de protesta y la gente se embandera en reclamos concretos: salarios de empleados públicos bajos y abonados en cuotas; jubilaciones magras y liquidadas sujetas a la discrecionalidad de un funcionario; carencia de servicios de la Obra social; pésimo servicio de la empresa DPEC y una de las tarifas más altas de la región; falta de suministro de agua potable en muchas localidades del interior; inseguridad extrema en distintos rincones de la geografía provincial. Y el listado de realidades que contradicen sus aseveraciones, sigue…

ESCENOGRAFÍA REPETIDA

El mitin de ayer no tuvo cambios con respecto a lo que sus “publicistas” le vendieron en el 2021. No cambio el escenario, tampoco el guion, y mucho menos los protagonistas.

Estuvieron todas las PyMES y Cooperativas con personería política que usufructúan del status quo de manera magistral. La receta no es mágica, pero sí rendidora. Sobre todo cuando los que alcanzan a comer de éste Estado, son siempre los mismos.

Valdés sigue al pie de la letra la hoja de ruta que viene usando desde su reelección. Colonizar a los partidos conservadores, dándoles porciones de poder que garantice la subsistencia de sus mini cúpulas. Una “banca” aquí; un “carguito” allá; y hasta algún “decretito” con el nombramiento de “consejero”. La verdad, a él, le sale barato.

UNA RELACIÓN TÓXICA

Para Valdés y el radicalismo, la interna silenciosa se volvió una relación tóxica. Tanto él, como sus correligionarios, los que ostentan cargos electivos -eternos- o ejecutivos, minimizan la cuestión.

Sin embargo, no es una guerra de guerrillas entre dos bandos, que buscan lastimarse sin que haya sangre. Es, aunque lo nieguen, un fenómeno de terceras y cuartas líneas; dirigentes del interior con peso territorial; y hasta simples afiliados, los que vienen juntando bilis hace rato.

Es por Ricardo Colombi, cuya prudencia le veta las ganas de eliminar a su propia criatura, que Gustavo Valdés todavía tiene el timón de la canoa.

El presidente de la UCR sabe que, cualquier fractura expuesta, servirá para que los “conservadores” se vuelvan pragmáticos y abandonen rápidamente la zona de confort en busca de recuperar lo que casi siempre fue de ellos: el territorio y el poder.

Los dos gobernadores récord, son conscientes que la UCR sin los partidos del “adormecido” Pacto Autonomista Liberal y sus desprendimientos formales (ELI, Partido Popular y otros), no podrían gobernar. Inclusive, ni siquiera hubieran ganado una elección, porque los radicales solos, no pesan.

Es decir, la puja interna, más la discusión sobre como tratar a los socios, es un motivo para que los líderes radicales se miren de reojo. Pero, por ahora, la solución para ambos referentes es aceptar compartir el lecho con el enemigo íntimo.

CAMPAÑA ZONIFICADA

Valdés les presta la “pelota”. Ahora, intendentes, aspirantes a concejales o a legisladores, deberán caminar su territorio para no quedar en evidencia. Es decir, tendrán que transpirar las camisetas, porque sino hay montón de candidatos en el banco de suplentes listos para entrar.

El gobernador mantendrá su “agenda propia” y quizá aproveche los actos de inauguraciones para concretar las usuales reuniones de campaña.

Lo cierto es que habrá cinco reuniones, una por región, para planificar el accionar proselitista. Es decir, aunque el gobernador no se ponga la campaña al hombro, no va a dejar de auditar, corregir, suprimir o descartar cualquier iniciativa. Es inevitable. Es el estilo Gustavo Valdés.

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