AL MAESTRO CON CARIÑO

Colombi y Valdés. Uno maestro y el otro discípulo. De tanto enseñar, por lógica, alguien debe aprender. Y el tiempo dirá, si el alumno supera al profesor.

CONSTRUYENDO

Bien enseñado, o bien aprendido. Ricardo Colombi construyó poder desde el ejercicio de gobierno. Valdés, está comenzando a hacer igual, desde el mismo lugar.

El gobernador preparó la materia en su primer año de gestión. Ya en el segundo -2019- se salteó la mesa examinadora y comenzó a ejercer el cargo ejecutando lo que el manual de la política manda: el poder se ejerce.

Ricardo Colombi vislumbró con retraso que su delfín se había convertido en tiburón. Insaciable. Implacable.  Puro instinto de animal político. La comida, no se comparte. El poder, menos.

DEPREDADORES

La pelea es por el territorio. Un coto de caza y ámbito, dónde se engendra, nace, se reproduce y muere el liderazgo político. Es el orden natural. El más joven no le teme al más viejo. Sobre todo, si el poder fue delegado con cierta ingenuidad.

Irremediable gesto de debilidad, pensar que el título de “venerable anciano” refrendado con la presidencia del partido, le garantizaba el poder que otrora tenía. Falsa opción, cuando él mismo sometió su partido a las decisiones estratégicas que visaban eternizarlo en la gestión del Ejecutivo. El único poder que cuenta. Porque desde ahí se administra o se reparte, sin pedir permiso a nadie. Porque, “elegido”, el mandato viene del pueblo, no del color político.

Mordió el anzuelo… Terminó siendo un tiburón de utilería cuyo terreno de caza se limita a un poder legislativo -donde hay otros tiburones- y, al estanque de aguas dulces de su propio partido. Un criadero en el que nadan centenas de tiburones jóvenes en proceso de evolución y que, están afilando sus dientes.

SIRENAS Y MOJARRITAS

Valdés se calzó la aleta dorsal y comenzó a circundar amenazante -o protector- cada una de las regiones que componen su territorio general. Se dedicó a ir, estar y dejar su huella en cada municipio. Hizo lo que su instinto le imponía. A las sirenas, las incorporó a su corte; en tanto que a las mojarritas les dejó alimento. No para que sobrevivan. Sí para que engorden. Lógica pura de engordar la presa para que sea más suculenta.

Cuestión de estilos. Éste tiburón genera simpatías. No se priva de compartir sosiego y aventuras, o hasta alguna presa menor, con todas las especies. Al final, sabe que cuando más cerca esté el cardumen, menos esfuerzo le insumirá “alimentarse”.

ORCA, SU ÚNICO DEPREDADOR

El destino quiso que la magia de la política convirtiera un mono en una ballena asesina. Por suerte, también el azar de la política -que genera escenarios donde no hay-, ubicó al único depredador en otras aguas. Eso generó una sociedad implícita. Ambos pueden compartir un sueño desde territorios diferentes. Será cuestión de no morderse las aletas. Ni permitir la materialización de monstruos marinos que no pasan de ser fruto de la mitología; esos, que por capítulos asumieron forma humana y se convirtieron en héroes olímpicos. “No problem”, en Corrientes hay muchas lagunas.

FESTIVAL DE COMPETENCIAS…

Llegó la época, como fija el calendario, de poner en marcha las olimpiadas electorales. Acá hay que hacer algunas observaciones: quien compite; a que juega; y si vale la pena subir al podio.

No compiten los partidos. Juegan los intereses. El podio, a veces, te obliga a empeñar hasta la medalla.

En éste “territorio” la competencia no tiene como premio el comando de gestión. Se elegirán representantes de los intereses para integrar cuerpos deliberativos. Escenario donde la supremacía numérica no es definitoria y por consiguiente, es la negociación -no el negociado- lo que inclina la balanza cada vez que deben tomarse decisiones.

El tiburón no es ajeno a ésta realidad, y le incumbe garantizar por lo menos, algunos jugadores propios. Dicho esto, es absolutamente comprensible que disponga la formación de una lista, que sin dudas va a representar sus intereses.

El que ejecuta, pondrá a competir un equipo integrado por estrellas que no brillan en su propio espacio. Hay partidos que no terminan de definir si habitan el cielo o el infierno. Pero eso no es lo importante, lo que cuenta es aceptar la invitación de habitar el paraíso. Y si quién administra éste lugar exclusivo te dará respaldo; un buen cuerpo técnico; y la mejor logística e infraestructura. ¿Cuál es el pecado?

Sin dudas, alguno de sus elegidos subirá al podio, cuestión que le garantizará tener legisladores y concejales propios.

Se cumple el enunciado: No compiten los partidos. Juegan los intereses. Los que triunfen, antes de competir, ya empeñaron la medalla.



No compiten los partidos. Juegan los intereses. El podio, a veces, te obliga a empeñar hasta la medalla.


AL MAESTRO CON CARIÑO

Son diferentes. Pero son iguales. Algunas diferencias menores no cuentan en el resultado final. Aunque disimulen, es cierto, el proyecto continúa. Pero ha cambiado el liderazgo que conduce ese proyecto.

Nadie presta poder. Nadie lo ahorra. El poder es un bien, cuando se tiene se lo usa, para construir más poder.

Divide y reinarás. Tan gastado. Tan vigente. Así como en la práctica, el enemigo puede ser un buen aliado, si se sabe elegir que batallas pelear primero.

Hay que imaginarlos caminando juntos, nuevamente, en un futuro no tan lejano. Política: el poder, por el poder mismo.

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