COLOMBI – VALDÉS Y LAS CUATRO UCR

Colombi y Valdés terminaron de fraccionar al radicalismo. Ahora no solo están ellos dos con una porción, sino también otros dos sectores. Uno externo y otro interno que languidece

Colombi y Valdés se sacaron la careta. Ambos se convirtieron en los mayores accionistas de una UCR “muleto”. Mientras todos pensaban que la “sangre llegaría al río” los pícaros construyeron un radicalismo provincial que usa el sello en beneficio del proyecto de poder de un grupo de dirigentes y empresarios.

EL SABIO Y SU PUPILO

Colombi y Valdés se enfrentaron varias veces desde la derrota de Mauricio Macri. Para el experimentado tres veces gobernador, era tiempo de “achicar” ECo. En cambio el “joven” gobernador propuso reelegirse y ampliar la “base” con las expresiones políticas aristocráticas y una docena de “sellos” más.

Entonces, ambos, conocedores de las “debilidades y ambiciones” personales y corporativas, usaron a la plana mayor de la dirigencia radical para escenificar un “desacuerdo” que nunca existió.

Con los medios “amansados”; los conservadores sedientos de protagonismo; más una dirigencia radical que no tiene problemas en obedecer a varios jefes el resultado era obvio: Colombi – Valdés al poder (los demás, actores secundarios).

Carlos Vignolo, Noel Breard, Sergio Flinta, más el acople de Ignacio Osella, sellaron el destino de una UCRC (Unión Cívica Radical Correntina). Al final de cuentas, Corrientes tiene identidad.

Esto, a la vista de radicales históricos con memoria pero sin poder, va rumbo a ser la “Concertación”; similar a su homónima misionera.

EL CAMBIO DE ESTILO

Mientras Colombi hizo las cosas a su estilo, Valdés modificó la apariencia. Pero ambos, son lobos con pieles de cordero.

Sin duda que a Ricardo “el carpincho” Colombi le tocó construir en los peores momentos. Cuando su primo quiso “cocinarlo”, el hombre sabio del radicalismo no tuvo empacho en arrimar a su fogón los sectores del “Pacto” que él mismo se encargó de potenciar.

Tampoco dejó de lado la mal llamada “pata peronista”. Apenas si arrimó unos “dedos” para vanagloriarse de que a sus pies estaban todas las expresiones -y los intereses-.

Después, fue el turno del Valdés 3.0, en términos modernos. Hizo lo mismo, con la diferencia que logró abroquelar a su alrededor: las tres expresiones del “Pacto Autonomista Liberal” con sello y todo. Es decir, el “tándem” ya no solo tenía pedazos de la torta; lograron que todos los sectores “conservadores” -con sellos de sangre azul o, hijos desheredados- sucumbieran a su influjo.

Mientras tanto, la máquina de crear partidos hizo lo suyo. Al final en Corrientes, hay más partidos políticos que credos.

CUATRO RADICALISMOS

Lo despectivo de Valdés / Vignolo, se contrapone a la democratización que Colombi insinuó. Lo sufrieron Gustavo Canteros, Pedro Cassani, Eduardo Burna y, Raúl Martínez. Dos radicales y dos socios. Disimiles corolarios. Pero, una muestra de hasta que nivel llega el poder de los dos socios mayoritarios.

A Eduardo Burna ya lo tratan de traidor o sinvergüenza. Igual a Gustavo Canteros. En tanto que a Pedro Cassani y Raúl Martínez, directamente los “disciplinaron”.

¿Y dónde están los “cuatro radicalismos”? Los dos socios principales, Colombi – Valdés, expusieron su poder en los gestos. Uno ejecutando. El otro “consolando”, vía un consejo de abuelo: “quedate tranquilo y no hagas olas”.

Esa unión entre el creador y la criatura, hizo que todas las líneas del radicalismo oficial, tomaran partido. Sin embargo, Colombi y Valdés, sonreían satisfechos. Fue el tiempo de “descubrir” a los dóciles y a los rebeldes. Uno se ocupo de un sector. El otro de confortar a los mas exaltados.

A lo lejos, está “Cambio Popular”, el espacio que creara “Nito” Artaza. Igual, el “Rey” Arturo. Pero éste, más apegado al “lobby” que a la lucha política. Ambos, mantienen a duras penas, un ínfimo caudal del radicalismo correntino. Casi, en una proporción de 9 a 1, con respecto a los dos socios poderosos.

Sin cuerpo, pero con alma, hay una estirpe de radicales que no comulga con ninguna de las expresiones anteriores. Están. Siguen siendo radicales. No piensan en dejar de serlo. Y, mucho menos. adherirse a los socios Colombi – Valdés o, aventurarse en las otras dos opciones.

Los que quedan en el espacio de los radicales sin jefe, son más radicales que cualquiera. Son los que todavía recuerdan a Irigoyen, Balbín, Alfonsín y Piragine Niveyro. Y tienen la convicción de que el radicalismo a la “correntina” no es el radicalismo que pasará a la historia. La verdad revelada, es que el radicalismo de Colombi – Valdés pagó sueldos; sedujo a un sector del peronismo; se asoció a los conservadores; y, por último la doblaron sin que se haya roto pero dejando la sensación de que se parece al “plástico”. Es decir, algo artificial.

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