DEMOSCOPIA NUESTRA DE CADA DÍA

La “demoscopia” o parte de la sociología que estudia las orientaciones y la opinión pública sobre alguna cuestión, no ha dejado de ser una herramienta de alta incidencia en las decisiones de la clase política.  A través de ella, se determinan todos los pasos -yerros o aciertos- de cada una de las acciones de quienes están en el ejercicio del poder.

Por ejemplo, el presidente Macri no se tira una flatulencia si no está respaldada por las encuestas que Durán Barba le acerca a Marcos Peña y, a su vez, éste deposita en la bandeja de desayuno del Presidente. Fue en base a estudios de opinión que decidió habilitar el tratamiento de la “despenalización” del aborto en el Congreso. Con la certeza de que la “jugada” estaba justificada por dos consecuencias que la hacían “imprescindible”:

  1. La cuestión taparía la agenda política y de gestión; ésta última, desde hace cuatro meses aparece complicada. Se convertiría en un “puente” hasta que comenzara el Mundial, donde se suponía que la actuación de la Selección Argentina, impondría otro mes largo de distracción; luego, se lanzaría formalmente la campaña por la “triple re elección”.
  2. Se creía por aquellos días, que la despenalización del aborto no pasaría la Cámara de Diputados. Si pasaba se trancaría en el Senado. El recuento de votos “por el no” que llevaban la Presidencia y la Iglesia, le otorgaban una amplia diferencia a favor del rechazo del proyecto de Ley que se analizaría.

Se equivocaron?  Parece que sí. El tema no “tapó” la realidad y tampoco el proyecto fue rechazado en la Cámara Baja.

Quiere decir, la opinión del individuo -elector o ciudadano-, es dinámica. No le sirvieron a Durán Barba las encuestas previas. Y durante el periodo de la inserción del tema en la sociedad, la realidad obligó al gobierno a “jugar a dos puntas”, por las dudas. Perder esa “iniciativa”, es decir, que fuera rechazado el proyecto en Diputados, hubiera sido una derrota. Por haber sido el iniciador, igual perdió. Hoy, el progresismo y el ala feminista, se llevaron un triunfo con la ayuda de quién menos esperaban en un momento que parecía no ser propicio.

Macri les habilitó sin querer una reivindicación que para las elecciones del año próximo les dará votos a la oposición. Y peor, le quitará votos propios, que no vieron con buenos ojos, la “jugarreta” del Presidente. Jugó con fuego.

DEMOSCOPIA NUESTRA

Valdés no dice buen día antes de consultar con el oráculo que habita en CaBa (Ciudad de Buenos Aires). Cada discurso desnuda la dependencia de la versión argenta del gurú bengalí personalizado en Mauricio Macri. Lógicamente, primero pasa por el filtro de la corte de “monjes” que lo secundan.  Es decir, el gobernador de Corrientes, antes de cepillarse los dientes, pregunta si debe hacerlo empuñando el cepillo con la mano derecha o, con la otra (está prohibido mencionar la palabra izquierda, para todos los casos).

Un grupo de funcionarios, con asiento en el templo “La Rosada”, le indica al primer mandatario del taragüi, que debe decir y hacer, según las encuestas que la AFI (ex SIDE) remite a la sede del ombligo del mundo.

Por desgracia, las decisiones más importantes, están relacionadas a los intereses de quienes “viven en el templo”. Lejos de la opinión de los correntinos que preferirían más trabajo, salud, educación, seguridad y menos propaganda. Mucho menos propaganda, cara, exagerada y repetitiva.

Según la “data reservada”, las encuestas ratifican una realidad muy disímil a la que interpretan Durán Barba, Marcos Peña y consecuentemente: Mauricio Macri. Las urgencias de los correntinos, son propias. Parece que las penas, también.

LA CIENCIA Y LA ESPIRITUALIDAD

Los correntinos tienen fe. No precisamente en quién les paga los sueldos. Es más, la creencia de que esos sueldos percibidos son una inmisericordia, los condena irremediablemente a la resignación. La duda de cometer el perjurio de quejarse o protestar, sucumbe ante la certeza de “mejor penitencia en mano, que un milagro a presenciar”.

Las estadísticas, han demostrado que Corrientes no es “el paraíso”. Los datos deberían ser suficientes para que las mentiras de los políticos -el pecado preferido-, sea castigado en las urnas sin piedad. Pero, esa inexplicable tendencia al perdón, no tiene paralelo con ganarse el cielo y sí, con tratar de sobrevivir en éste pequeño infierno donde el poder y el abuso hacen gala de una gula interminable.

Lejos de las cuestiones de la fe están los números. Corrientes no tiene perspectivas de crecimiento exponencial. Crecerá en actividades “expansivas” y “concentradas”. La primera ocupando grandes extensiones, escasa mano de obra y poco valor agregado. La segunda casi un calco; hay pocos “puntos turísticos” en Corrientes y, su explotación está concentrada en pocos “dueños”.  ¿Habrá una mayor producción de riqueza? Quizá, pero no una mejor distribución de la misma. Y en simples palabras, sin sermones, el poderoso lo será más y el dependiente verá agudizarse sus carencias.

CONTRA LA ENCUESTA

La inmejorable oportunidad de Nación, Provincia y Municipio, sangra por varias heridas. Contradice la realidad de miles de correntinos -casi un 40%- que deben optar por almorzar o cenar; nunca ambas posibilidades en el mismo día. No confundir. Llevarse un mendrugo a la boca no es un almuerzo o cena. Nadie come autopistas.

El empleo, te dignifica o te esclaviza. Una duda existencial que te planta el “empleo público”. Para la cuestión, en Corrientes lo importante es tener un sueldo. En negro, sin aportes, sin obra social, sin derechos. El poder impone las condiciones y te deteriora las libertades. Pero, nada se puede hacer; o por hacer te quedas sin nada.

Es una situación incomprensible, pero aceptada. Como la fe. Y ni la ciencia que formó a quienes te curan, te educan, te cuidan, fue capaz de darles un rasgo de valor que les permita mudar esa aceptación resignada.

EL FUTURO SERÁ IGUAL AL PASADO

Habrá cambios. Los nombres en las placas recordatorias serán otros. Pero los gobiernos serán lo mismo. El correntino seguirá en la historia. Eso, héroes del pasado, cuando San Martín hizo escuela. El relato futuro nos tendrá como protagonistas. Dueños del Iberá, pero no íntimos. Rodeados de ríos, pero con cosechas que se pierden por una sequía estacional. Orgullosos de nuestras costumbres, pero sometidos al merchandising. Y arrodillados, siempre escuchando al patrón que dice “no olvides lo que te dí”… Siempre se acuerdan de lo que dieron. Nunca se acordarán de cuanto se robaron.

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