EL LABORATORIO POLÍTICO CORRENTINO

por Aguará Popé

El laboratorio político correntino, por su complejidad, exige la integración de varias ramas de las ciencias para su análisis. Pero, la sabiduría popular lo simplifica y le da vida en el “boca a boca”…

Ésta tierra y su gente tienen historia y, gran parte de su contenido, ha surgido del laboratorio político correntino.

Con una sociedad fascinada por la pertenencia al poder, la usina de próceres y dirigentes ha generado una innecesaria cantidad de estadistas y líderes de ocasión.

A pesar de los defectos de fábrica, los correntinos, no renuncian a su compromiso de vivir en democracia y gobernarse solos… ¡Ayerecó Cuajá Catú!

SABIDURÍA POPULAR

La cándida sencillez del pueblo correntino no ha afectado su incalculable capacidad de resiliencia ante las dificultades de la vida diaria.

Sin malicia ni doblez, transita con fortaleza y humildad, las consecuencias de sus aciertos y errores.

La correntinidad no admite matices. Es cara o cruz. Aún cuando la realidad le pisotea sueños y esperanzas, devolviéndole la transversalidad contradictoria de sus representantes, el correntino no reniega de su palabra.

Observa. Piensa. Asume que pudo haberse equivocado. Íntimamente se cuestiona no haber elegido bien o haberlo hecho tan mal. Pero, con cristiana resignación, se encomienda a la virgencita de Itatí y bondadoso otorga una segunda oportunidad…

Por cierto, a pesar de todo lo expuesto precedentemente –todo es opinable-, no se puede ignorar la vena humorística del pueblo correntino en referencia a su clase política.

Allá vamos…

DEL LABORATORIO POLÍTICO AL ZOOLÓGICO CORRENTINO

Se hace dificil catalogar los distintos especímenes de la elite política correntina. Más allá del protocolo y la pomposidad, la misma gente que los vota, les asigna un título, sobrenombre o avatar a los dirigentes.

Es en el lenguaje popular que se descubre la catarsis de la ciudadanía. El pueblo disfraza su desconsuelo o disgusto con respecto a la clase política, y sin nominarlo, le asigna una figura, símbolo o personaje representativo.

Así, en cualquier lugar u horario de la geografía provincial se pueden escuchar diálogos de éste tipo:

¿Viste Ramona lo que dijo el Mono en la radio?

Siiii chamiga! Pero que caradura. Seguro que “Pavito Real” debe estar contento con la chupada de medias…

Más vale. Otro, igualito al “Engominado”, que anda siempre babeando en los micrófonos… Como si no lo conociéramos, siempre adulando al jefe de turno…

El que debe estar enojado es el “Carpincho”… Y chaque ehhh? Ese no es león trucho. Cuando se enoja, atajate… Ñandeyara…

Y si Ramona… Son todos iguales. Unos pichones de Picuru…

Caranchos diría yo… Sieeempre revoloteando para rapiñar aunque sea las sobras…

Eso. Tenés razón. Otra que palomas, son cuervos. Si te quedas bobeando te comen los ojos…

No importa la ocasión o el escenario. La gente tiene un lenguaje propio que refiere a su clase política. Es un ejercicio de autopreservación, tan común y arraigado, que para el pueblo no necesita de traducción.

LA GOTA ORADA LA PIEDRA… (PACIENCIA Y PERSEVERANCIA)

Tanto va el cántaro a la fuente, que si se rompe… No importa. Se usa como está. O se alquila o compra otro. Pero el cántaro va… Siempre a la misma fuente.

Es decir, es tan complejo el mboyeré político correntino que, si hubiera que graficarlo la gota que orada la piedra sería reemplazada por la catarata que orada el grano de arena…

En definitiva, para el pueblo correntino, los políticos son todos doctores o jefes. Podrán ser veterinarios; abogados; médicos; chamameceros; sindicalistas; deportistas; carnavaleros; enanos de jardín o hasta pomberos. Da lo mismo.

La cuestión es que, hasta ahora, nadie encuentra la fórmula para diferenciar un laboratorio de un zoológico…

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