El ministro Adán Gaya no fue al senado. Dejó a los senadores como Eva, en pelotas. Ahora queda claro que los ministros de Valdés no dan explicaciones sino a su Jefe
Adán no come la manzana si el jefe no autoriza. La tentación no existe para los “soldados” de Valdés. La orden es clara: el único que pide explicaciones soy yo…
Bajo esas premisas que garantizan la supervivencia cerca del poder, el ministro no se dio por enterado que por lo menos debía asistir a la reunión con los legisladores de la Cámara Alta. El tema en cuestión no solo amerita explicaciones, sino que por respeto al legislativo, debería haber ido. Por lo menos a tomar un café, aún sin abrir la boca para pronunciar un buen día.
EL PECADO DE ADÁN
Quedo explicitado que los funcionarios del Ejecutivo tienen orden de no hablar. Todo o casi todo, debe pasar por una suerte de intermediación. Así lo dejó claro el diputado Norberto Ast -el obereño-, en la sesión de la semana pasada cuando advirtió al cuerpo que él es el interlocutor para acercar cualquier duda de los legisladores a los funcionarios de la gestión Valdés.
Es decir, para preguntar, dirigirse al diputado Ast. Si habrá respuesta o no, dependerá de que al gobernador jefe le interese hacer gala de transparencia e independencia de poderes. No olvidar que el legislativo no solo legisla; también “vigila” el accionar del Ejecutivo. Se supone.
EL ESCÁNDALO
La cuestión del hogar de menores en Virasoro, de una gravedad inadmisible, ratifica que son varios los sectores del poder político y judicial que ven con buenos ojos que éste tema pase al olvido lo más rápido posible.
Al final, los escándalos se cuentan y se saben por docenas. Pero, en Corrientes, la realidad es 3.0 y nada va a cambiar porque al final: Corrientes somos todos…
Quizá, la indiferencia de amplios sectores de la sociedad, potencia el grado de complicidad de funcionarios, jueces, instituciones civiles, credos y hasta organismos de derechos humanos que hasta hoy no hacen mayores esfuerzos para que esto de investigue a fondo.
