VALDÉS Y LA CRÍTICA SELECTIVA

Gustavo Valdés abusa de la crítica selectiva. No tanto por falta de memoria y sí, por pura hipocresía. No hay justificación para su mediocridad verbal

El supuesto líder del espacio oficialista, en realidad apenas el “cabecilla”, se regodea exhibiendo su crítica selectiva. Por enésima vez volvió al ataque sobre una de sus víctimas preferidas: Gustavo Canteros.

Casualidad o no, los dichos del primer mandatario fueron publicados en un medio propiedad del “referente” que se caracteriza por ser “reversible” en sus posicionamientos; además de facturarle tanto a una orilla, como a la otra.

EL MENSAJERO

Otra vez apareció el editorialista fantasma que, a veces, se erige como dirigente justicialista y de acuerdo a las circunstancias opera mediáticamente potenciando los dardos del oficialismo; en este caso particular contra quien sería el adversario más fuerte en la disputa por la cabeza de lista de senadores del Frente de Todos, donde pretende mantener a su sobrina.

Lo de Pepito no es novedad. Es su forma de actuar en política. No juega a dos puntas. Se mueve entre intereses y conveniencias. Invierte y cobra. O paga en efectivo en vivo y en directo.

CRÍTICA SELECTIVA

El gobernador Valdés expresó lo que piensa sobre el ex vicegobernador y actual funcionario de la entidad binacional Yacyretá.

A pesar de los casi seis años en que viene tropezando en el cursillo de lo que no debe decir un estadista, alisó su ropaje de mediocre y volvió a ser reiterativo con su incontinencia verbal.

El primer mandatario dijo “No se puede ser federal cuando tenés un cargo provincial y después te hacés unitario y centralista, cambiando de lenguaje e intereses sólo porque te pagan un sueldo en dólares. No se puede ser tan fayuto y poncho yeré porque hay que tener valores y dignidad en política. Todos los que no creen en lo que militan, fracasan. Por ejemplo en Yacyretá están amontonados los poncho yerés“.

Poca sustancia ética la del gobernador, que construyó su liderazgo gracias al dedo que lo nominó para un mandato y ni bien asumió comenzó a morder la mano del que le dio de comer durante toda su trayectoria política.

Si esa actitud que pocos se atreven a señalar, no representa ser poncho yeré, mucho más criticable es confundir traición con oportunismo.

Es decir, quién quiere erigirse como juez de la ética política, coquetea con la traición día a día. Y no hacen falta muchos ejemplos, basta con recordar dos muy puntuales: el cambio de bando de Any Pereyra (diputada y presidente del PL) y de Diego Martín Pellegrini (ex diputado y actual senador).

Valdés incentivó la “traición” o, “la conveniente” adaptación a las circunstancias de dos legisladores que en las elecciones de 2017 lograron sus bancas de diputados, integrando la lista del Frente de Todos.

Pero, además, no solo recibió a los desertores con los brazos abiertos; también los premió asegurándole a una su reelección (Any Pereyra encabezando lista de ECO) y al otro con un escaño en el Senado (Diego Martín Pellegrini) en una lista donde la exclusividad era radicalismo puro.

UNA PRÁCTICA COMÚN

Es común que el discurso, se les escape de las manos y, estén obligados a ser ambiguos en sus expresiones. El doble discurso no es patrimonio de Gustavo Valdés. Es una virtud de la clase política.

Es decir, traición y oportunismo, son sinónimos en la enciclopedia discursiva de los cada vez más precarios y desmemoriados dirigentes políticos.

Pero, que un político, que ya fue concejal, ministro, diputado nacional y dos veces gobernador, se comporte como un barra brava en el inicio de una campaña electoral es como mínimo vergonzoso.

MODO CANTEROS: ¿PONCHO YERÉ O REVERSIBLE?

Gustavo Canteros sabe defenderse solo. Pero, sería contrario a su estilo, responder a la alusión en un tono confrontativo.

Sin embargo, es importante recordar que Gustavo Canteros, construyó su crecimiento político -la mayor parte- siendo aliado y aportante de la Coalición que gerencian los radicales. Los mismos que hoy le pegan sin piedad, son los que le dieron el visto bueno para ser lo que consiguió ser.

Además, es comprensible que Valdés lo ataque. Fundamentalmente porque en la oposición no hay figuras que valga la pena atacar. Canteros quizá sea el único “trapecista” en pie bajo la carpa del Frente de Todos, donde parece que ni payasos quedan.

EL CABECILLA NO ES UN LÍDER

Apenas sentado en el sillón de Ferré demostró ser ególatra y narcisista. Un practicante inveterado del nepotismo. Dependiente de la necesidad de ser adulado.

No puede arrogarse haber construido algo que merezca ser recordado como fruto de una decisión surgida de su creatividad. Solo repitió lo establecido en el manual hace veinte años. Y peor, olvidó el origen de esa biblia de la gobernanza que Ricardo Colombi construyó con la ayuda de muchos sectores a los que Gustavo Valdés hoy ningunea.

Sin embargo, se considera capaz de erigirse como un juez del comportamiento político de los demás. Debería mirarse al espejo y asumirse por lo que en realidad es: un circunstancial inquilino de un poder que no le pertenece.

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