DEL JURAMENTO HIPOCRÁTICO A LOS HIPÓCRITAS

Del juramento por vocación a la respuesta hipócrita de quienes deben cumplir la ley, hay una realidad que mata. Sin embargo, la hipocresía más la crisis sanitaria, potencia el avasallamiento sobre los derechos de los profesionales de la salud

Del “juramento hipocrático” que prevalece en la historia, al gesto hipócrita que hace “historieta” a través del relato político. Así, la realidad sanitaria de la provincia de Corrientes zigzaguea entre la precariedad laboral; la indiferencia de los gobernantes; los aprietes patronales; y la ilegalidad. Todo lo que viole un derecho, es ilegal. Procede una investigación judicial y merece ser punido.

DEL JURAMENTO

Es de praxis que funcionarios y representantes al asumir sus responsabilidades juren hacer respetar la Constitución y las Leyes. Pero, las palabras ceremoniosas, se las lleva el viento.

La actitud que, con el tiempo se traducen en hechos, es lo que cuenta. Mientras los profesionales y trabajadores auxiliares de la salud cumplen ante Dios y la Patria – que por suerte no demandan -, los funcionarios en toda la cadena de mandos y los legisladores en sus variadas versiones, son eternos generadores de precariedad e injusticia.

A ellos, la sociedad debe demandarles un mínimo de honestidad y pragmatismo. Exigiéndoles que el “juramento” tenga una sólida base de ética y una indestructible voluntad de interpretar de manera certera la realidad.

LA POSVERDAD VERSUS LA REALIDAD

La mentira “emotiva” utilizada hasta el hartazgo en el “eterno estado en campaña proselitista” de la gestión Gustavo Valdés – sí, unipersonal al palo – contrasta con la realidad crujiente de cientos de afectados por la pandemia.

Es decir, la cuestión humanitaria que interrelaciona a “enfermos” y “sanadores” queda al margen de una falsa realidad publicitada. Y en los hechos, que se presentan en formato de “protesta” como último recurso para visibilizar la crisis, está la verdad incuestionable: la precariedad, el desinterés y la hipocresía son las respuestas del gobierno a un sector que vale en oro lo que pesa.

Por lo tanto, los aplausos en los balcones ni el rótulo de héroes, se condicen con el permanente avasallamiento de los derechos laborales de quienes salvan vidas.

El “Corrientes somos todos”, es una frase acuñada desde la imaginación de un publicista que “factura” por un trabajo cuyo objetivo es: “distorsionar de manera deliberada una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales“.

¿HAY CULPABLES?

Sí. Y son varios. Desde la gestión del Ejecutivo provincial; pasando por la Justicia Laboral; incumbiendo a los señores – honorables – legisladores ; y también, a quienes dicen “representar” gremialmente a este sector de trabajadores.

Entonces, si hay culpables, hay víctimas y victimarios. También daños colaterales. Y, por supuesto, la construcción de un “relato” político que no aporta al crecimiento y madurez de una sociedad. La misma que mantiene cierta indiferencia ante la angustia de quién debe salvar vidas sin tener una remuneración acorde a su responsabilidad; trabajando por sobre lo humanamente aceptable; con un desgate físico inadmisible y un daño sicológico casi irreparable.

La pandemia deja cicatrices. Pero, también abre las puertas a un debate que es impostergable. ¿Cómo hacer para que las prioridades no sean electorales y sí, parte de la construcción de una sociedad con futuro? ¿Es lógico priorizar el “circo”; la “prebenda”; el nepotismo; la injusticia hecha “carne de cañón” en profesionales que, además de ser ciudadanos, son humanos?

LA REALIDAD MATA RELATO

Sobra “billetera”, o si prefiere, presupuesto. Distribuir de manera equitativa los “recursos” del Estado habla del compromiso ético de quienes gobiernan. En consecuencia, para ejemplo, sobra una muestra. Y por ello vale la pena la lectura – casi obligatoria – del artículo “Gestión municipal exceso de contrataciones“.

En otras palabras, el Estado – nacional, provincial o municipal – tiene como responsabilidad primordial atender las prioridades consecuentes con la crítica situación, emergente de la pandemia.

Siempre hay interrogantes sin respuesta. Más aún si quien gobierna hace gala de la prepotencia traducida en “no informar”. Sin embargo, cabe la pregunta: ¿Vale más un “festival”; el subsidio de equipos profesionales de básquet; la inversión en decenas de patrulleros – a veces tripulados por dos agentes inexpertos -; y otros ítems anidados en lo sospechoso, que la férrea voluntad de darle a los profesionales de la salud lo que merecen y les corresponde?

NO ES TIEMPO DE FALSOS “CÉSARES”

En esta realidad que angustia hacen falta explicaciones. Pero, antes que las palabras, las acciones son más efectivas.

Es decir, no es admisible la amenaza ni la censura, como respuesta a un reclamo harto justificado. Justicia tardía, no es justa.

Tampoco sirve salir a aplaudir a los balcones o saludarlos con respeto en cualquier cruce de calles. Los profesionales de la salud, hoy y siempre, son imprescindibles. No hay razón para pensar lo contrario, si por acaso se pretende que Corrientes sea realmente de todos. Todos, iguales ante la Ley. Sin privilegios; acomodos; o caprichos.

Esto no termina. es válido pensar que el “debate” será horizontal. Porque todos tenemos un motivo para agradecer y también, para exigir una rendición de “cuentas”.

Habrá más. Es preferible “curarse” en la salud democrática que ser un enfermo terminal por permanecer indiferente ante lo inadmisible.

¡Salud y Justicia, para todos los que desde su vocación profesional y compromiso humanitario, salvan visas!

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