ELLA LES GANA…

La lluvia, ella les gana las elecciones a todos. Pero, en el universo de perdedores, hay quienes pierden más y otros menos. También están aquellos que perderán todo y los que no pierden nada porque ni eso tienen. Así es la vida. Aunque las elecciones son otra cosa.

El agua corre incontenible por las arterias de la ciudad. Inunda el casco histórico y las calles enripiadas de alguna barriada popular. El agua corre. Los políticos vuelan.

El agua fluye desde la boca de los desagües saturados por los excesos. En medio de la improvisación, la mayoría de los perjudicados resultan ser tan culpables como los funcionarios. Sí. Electos o designados, en común, los une la mentira y la ignorancia. Y el agua sigue, igual que las excusas.

El agua no se detiene. Es dinámica en estado puro. Lo antagónico a la elite política correntina que repite nombres, mañas, intereses y promesas. Son inamovibles. El agua se mueve. Los políticos no.

ELLA LES GANA

La lluvia, no siempre es una bendición. A veces, es una manifestación de la naturaleza que hace sentir su protesta ante la violación permanente del estado natural de las cosas. El cambio climático es un apelo que lleva décadas. Cambiemos, fue solo una palabra. A ésta, no se la llevó el viento, pero la arrastra el agua.

Valdés encabeza la peregrinación que deambulará por la geografía de la ciudad de Corrientes tratando de sensibilizar al ciudadano elector. No le caben dudas al gobernador que apenas un milagro hará materializar un respaldo salvador en las urnas.

Le seguirán en orden, cabizbajos y rezando, Vignolo; Tassano; Lanari; Calvano; y los cinco concejales que ocupan los primeros lugares en la lista de ECO, rumbo a la reelección.

Lo mismo le pasó a Fabián Ríos. Fue la lluvia. En jornadas previas a las elecciones, un payaso mediático enfundado en un piloto amarillo, se paseaba por La Olla despotricando por la gestión y prometiendo lo que no cumplió. Nelson Lovera, el bufón de Colombi, Vignolo y Tassano aa pesar de la lluvia “flotó” y ahora dejó de lado los chistes y se puso a rezar. Igual, ella le gana.

Pasaron casi dos años. Sin embargo, el agua, aunque no llueva, habrá dejado marcas y cicatrices imposibles de obviar. La naturaleza dejó su mensaje. El ciudadano tomó nota. Ya no quiere actos de magia; circos y festivales; puentes prometidos y otros que aún siguen destruidos; anuncios pomposos de progreso y modernidad, cuando a dos kilómetros de la sede del poder hay correntinos que no acceden a un plato de comida digno.

No lloverá. Pero da lo mismo. Inflación, desempleo, inseguridad estarán creciendo a la par de la inacción en manos de quienes dicen saber lo que hacen. Cierto, solo saben decir. Pero nunca llegan a hacer. 

LAVAR EL ALMA

¿Cuántos se preguntarán, si tener  fe, es un derecho o una obligación? Votar es un derecho. También una obligación. La fe no admite cuestionamientos. Sufragar, permite corregir y a veces respaldar. Y todo en la intimidad casi confesional del “cuarto oscuro”. Es en la soledad y a puerta cerrada que el ciudadano ejercita su invocación a un milagro: elegir bien.

Sale casi con el alma lavada. Hizo su parte. Votó. Tuvo su momento de penitencia y por unos instantes se auto perdono el pecado de no elegir a conciencia.

La lluvia volverá. Incontenible. También podrán volver o garantizar su permanencia, los mismos de siempre. La diferencia, es que a éstos, los puede detener o erradicar el voto ciudadano. A pesar que, como la lluvia, muchos de ellos lleguen a sus cargos por un regalo del cielo.

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