VALDÉS PISA LA REFORMA ELECTORAL

Valdés pisa la reforma electoral y deja flotando la sensación de que las promesas eran solo “mentiritas de campaña”. Sin embargo, varios legisladores -aliados y opositores-, promueven proyectos de ley en busca de cambios sustanciales

Valdés se apartó del “ilusionismo electoral” y pisa la reforma. No cambió de idea, apenas se quitó el disfraz de ilusionista -o mago-.

Hoy, para el primer mandatario no es “prioridad”. Nunca lo fue. Las promesas de campaña son “palabras al viento”…

ESTRATEGIAS Y MENTIRAS -PARA INTELIGENTES-

Detrás de Valdés hay políticos que piensan. Por eso, a pesar de no conseguir que la totalidad de su “bloque legislativo” apoyara las propuestas de “voto joven y paridad de género”, no se abandonó la intención -estratégica- de incorporarlo como “cuestión de Estado” en su discurso de campaña.

Sin duda ese “meta mensaje”, también le sirvió a los sectores “progresistas” -y los no tanto- que lo acompañaron, para salir a decir que Valdés representaba un paso hacia adelante en materia de derechos electorales.

Un “cardumen” de ingenuos se precipitó tras el “señuelo”. Irresistible; diferente; deseado; aunque la red no dejara de ser una pared.

Y así fue. La reforma electoral no es prioridad. Antes están la economía; la salud; la educación; los emprendedores; y por supuesto, mantener el “sistema” que permite contarle las costillas a los socios.

FLORECEN LOS PROYECTOS -NUEVAMENTE-

Todos los sectores con representación legislativa quieren una reforma electoral. Algunos una reforma completa. Otros, algunas mudanzas acotadas.

La intención de reforma está en varios proyectos. Hay propuestas que durmieron años porque no hubo “voluntad política” o “conveniencia electoral”. Otras iniciativas son recientes y corrieron la misma suerte que las anteriores: congeladas, obstaculizadas, adormecidas.

Sin embargo, la posibilidad de que el “abanico” de intereses concrete un voto positivo a favor de la reforma, es un hecho. Y esa posibilidad preocupa a Valdés. Por eso, dejó de ser prioridad.

UNA REFORMA SERIA

Valdés tiene cuatro años por delante. ¿Para qué cambiar lo que funciona? Pero, en dos años, el gobernador puede estar jugando en “primera”. Si se concreta su crecimiento en una candidatura a vicepresidente -acompañando a Rodríguez Larreta en la fórmula- una “reforma” a fondo oxigenaría la “sensación negativa” que el elector tiene del sistema electoral y también de los partidos políticos.

Quizá, la idea que prevalezca, será postergar medidas de fondo hasta el 2022. Después de todo, los cambios en materia electoral, son más lógicos en periodos sin fecha de elecciones.

En definitiva, la prioridad, la impone Valdés. Pero, las intenciones políticas, se desnudan en el legislativo. ¿O no?

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